Los impactos
sobre la riqueza en Chiapas
Chiapas cuenta
con la tercera parte de la flora y el 80% de las especies de árboles tropicales
de todo México. Ocupa el segundo lugar, después de Oaxaca, con especies de
vertebrados mesoamericanos y endémicos, con el 35% de ellos. Cuenta con el
44.5% de las especies de vertebrados terrestres del país. El 43% de su
superficie está catalogada como de calidad ecológica alta y muy alta. Chiapas
cuenta con una variedad impresionante de biodiversidad donde se registran cerca
de 8,000 especies de plantas diferentes, y cuenta con inmensa gama de
ambientes, hábitats y tipos de vegetación. En cuanto a la fauna, Chiapas cuenta
con más de 200 especies migratorias entre los que se encuentran aves, peces,
tortugas y mariposas, entre otras. Todas ellas representan el 80% de las
registradas en México, más del doble que las registradas en Estados Unidos y
Canadá.
Tan sólo en la
Selva Lacandona, uno de los pulmones más importantes de México y la última
selva tropical con que cuenta México y con estas características particulares
en Norte y Mesoamérica, existen alrededor del 25% de todas las especies de
mamíferos terrestres registrados en México y el 55.5% de las aves registradas
en la entidad. Dentro de ella, la Reserva de la Biósfera de Montes Azules
alberga el 25% de la diversidad biológica de México; el 50% de las selvas
húmedas tropicales, de las aves y de las mariposas diurnas, así como el 30% de
los mamíferos y el 10% del total de especies marinas de agua dulce. Por si fuera
poco, el 30% del agua superficial del país escurre por las dos cuencas más
importantes que se ubican en Chiapas: Usumacinta y Grijalva.
Pero toda esta
riqueza se encuentra severamente amenazada y las consecuencias ya se observan:
pobreza, migración, desplazados ambientales y víctimas por el cambio climático,
deslaves, erosión, contaminación de cuencas, pérdida de biodiversidad, de
pueblos y culturas, entre otras. En Chiapas se calcula que la tasa de
deforestación es de 45 mil hectáreas al año.
En los últimos
años, la entidad ha sido impactada por fuertes lluvias e inundaciones
aumentando la vulnerabilidad de decenas de municipios. El 28% de la fauna de
vertebrados existentes en México se encuentran en peligro de extinción y en
Chiapas al menos 151 especies se encuentran amenazadas o en peligro de
desaparecer definitivamente. La guacamaya roja, el ocelote, el jaguarundi, el
puma y el zenso están en peligro. Del jaguar se tiene registro de
aproximadamente 200 ejemplares en Montes Azules pero requiere entre 20 a 30
kilómetros cuadrados para establecer su territorio amenazado por la tala pero
también por el avance de los monocultivos que eliminan su hábitat. Por otro
lado, los huracanes han dejado miles de hectáreas de parcelas bajo el lodo;
pérdida millonaria por el abandono o la impactación climática sobre los
cafetales, entre otras devastaciones y amenazas.
¿Qué amenaza la
riqueza en Chiapas?
No sólo es la
cacería furtiva ilegal de la fauna silvestre, sino también la biopiratería. Sin
embargo, existen otras amenazas a la diversidad biológica y cultural que a su
vez aportan gases efecto invernadero, mayor calentamiento global y cambio
climático como es la destrucción, modificación y fragmentación de hábitats y
ecosistemas naturales. La tala y tráfico ilegal de madera, la quema, el
pastoreo local, el avance de la frontera agrícola, la ganadería extensiva, la
caza y la pesca indiscriminada; el avance de los monocultivos; el uso excesivo
de paquetes tecnológicos, de plaguicidas a gran escala y la falta de una legislación
que permita el control de las actividades humanas que actualmente afectan a la
riqueza biológica, así como de otros agro químicos que acaban con la
biodiversidad y generan grandes ganancias a las trasnacionales y enfermedades a
la población indígena y campesina.
La
deforestación, así como la expansión de grandes centros comerciales
centralizados que bloquean humedales como Chedraui y Walmart, demanda exceso de
recursos y generan pobreza rural que a su vez provocan depredación de la
naturaleza. También la expansión turística y de grandes centros urbanísticos
que alteran los usos del suelo incluso ilegalmente también provoca fuertes
presiones en torno a la demanda de los bienes naturales que provee el campo.
Pero otro elemento fundamental en los centros urbanos es el mal uso y derroche
de los bienes naturales, del uso indiscriminado de papel, de la energía o del
agua hasta su derroche.
Ante todo ello
se presentan los servicios ambientales como la solución aunque es un esquema
que no ha funcionado e incorpora las funciones naturales al mercado, acelera la
pérdida de biodiversidad y aumentan las plantaciones forestales de diversos
monocultivos. Por otro lado, no sólo el escape de gases tóxicos de la industria
refresquera o minera, por ejemplo, sino de la industria petrolera presente en
la entidad líder en la producción de azufre en el país. Del mismo modo el
vertedero de residuos tóxicos en las cuencas están generando fuertes impactos
ambientales y aportando mayor emisión de gases efecto invernadero.
Aunado a la
pérdida de prácticas tradicionales y de sistemas productivos en equilibrio con
la naturaleza, la incorporación de semillas y cultivos transgénicos están ya
presentes en Chiapas y amenazan los ecosistemas e inicia un proceso de
contaminación genética irreversible. La “reconversión productiva” en el marco
de las mayores ganancias en el mercado conlleva al uso de monocultivos e
incluso de variedades exóticas. Los agro negocios así como los agro
combustibles van avanzando agudizando la presencia de plagas, el uso de
agroquímicos, la concentración de la tierra, el desplazamiento de población
rural, la eliminación de plantas medicinales y la mayor pobreza.
Con todo ello,
el impacto de los megaproyectos es irreversible en la medida en que elimina la
capa vegetal que en el mundo capta el 40 por ciento del CO2 al tiempo en que
dicha deforestación genera gases efecto invernadero. Estos megaproyectos se
construyen en la entidad argumentada como desarrollo pero que nos llevan a la
pérdida de los ecosistemas, de los pueblos y sus culturas. Todas estas amenazas
están presentes en Chiapas y aportan en mayor o menor medida a la pérdida de
diversidad biológica y cultural. Pero veamos algunos de los megaproyectos que
aportan más significativamente a este peligro.
Los
megaproyectos destructivos en Chiapas
En Chiapas se
otorgaron 97 concesiones mineras desde el 2000 hasta agosto del 2009 con un
total de un millón 115 mil 130.447 hectáreas que representan el 15.21% del
territorio estatal (11,151.3044 Km2), de las cuales 37 de ellas vencen en la
década del 2050. La contaminación de las cementeras como las minas para la
construcción se suma a la pérdida de capa forestal, de acuíferos e incluso de
calentamiento global de la minería a cielo abierto de oro, plata, barita,
magnetita, entre otros, por las cuales el gobierno del estado ha clausurado la
mina de barita de la transnacional canadiense.
Más de 10 mil
hectáreas de jatropha o piñón se han sembrado en Chiapas como agro combustibles
que está conllevando la pérdida de la soberanía alimentaria y la dependencia de
las comunidades rurales de 116 localidades de 16 municipios, a la pérdida de
biodiversidad y de las plantas medicinales, sustitución de variedades locales y
contaminación genética con variedades externas. A este problema le sumamos
también los diversos esquemas de servicios ambientales y las falsas soluciones
al cambio climático con la incorporación de mecanismos de desarrollo limpio y
del mercado de carbón, acciones impulsadas no sólo por el gobierno de Chiapas
sino con el apoyo de organizaciones ambientalistas pro gubernamentales, pro
empresariales, e incluso de instituciones académicas.
La
infraestructura carretera pretende cruzar toda la geografía de Chiapas
bloqueando, aislando y cortando ecosistemas, además de los conflictos que
genera con las comunidades indígenas. Esta infraestructura está ligada al mismo
tiempo con el impulso a regiones turísticas. Por su lado, la presión al uso de
paquetes tecnológicos para proveer semillas híbridas y agroquímicos a las
regiones indígenas pone en mayor riesgo la diversidad biológica y cultural.
El monocultivo
de la Palma Africana definido como un “Sistema Producto” acapara ahora 45 mil
hectáreas y se pretenden cultivar alrededor de 100 mil hectáreas en los
próximos años en el marco de la reconversión productiva. Empobrecimiento de la
población, pérdida de diversidad biológica y de soberanía alimentaria, amenaza
a otros ecosistemas como monocultivo destacando el desplazamiento de
comunidades indígenas de la Selva Lacandona y Montes Azules para rodearlo de
plantaciones que alimenten las plantas de biocombustibles de alto consumo de
agua y deshechos. De los 43 poblados que existían en el 2003 en la región de la
biósfera, sólo quedan 7 por expulsar. Los monocultivos no son bosques y
absorben en promedio 20 por ciento menos CO2 que las selvas, y su rentabilidad
está regida por los mercados internacionales que, aunada su incorporación como
créditos de carbón, amenazan con avanzar la deforestación hacia la Selva
Lacandona bajo el supuesto que las plantaciones forestales son bosques, que
disminuyen el calentamiento global y además son rentables. Esta visión amenaza
seriamente la riqueza.
Tomar medidas
para la prevención para evitar las catástrofes naturales, el cambio climático y
las víctimas ambientales debe tomar en cuenta otros nuevos modelos de vida
basados en el respeto a la naturaleza y a una relación equilibrada con ella. No
basta adaptarnos, mitigar o sobrevivir a los efectos del cambio climático que
generan este sistema depredador, sino construir otros mundos posibles.
Causas directas de la deforestación y
degradación
En relación al uso final de las áreas de
bosque deforestadas, según los datos del IEGEI (Inventario Estatal de Gases de
Efecto Invernadero) para el sector USCUSyS (Uso del Suelo, Cambio de Uso del
Suelo y
Silvicultura; de Jong et al., 2010), que
presenta información sobre el cambio de coberturas boscosas a tierras agrícolas
y pastizales (es decir, deforestación) para los periodos 1990-2002 y 2003-2008,
la apertura de tierras forestales para la implantación de potreros suma grandes
superficies en Chiapas. Los tipos de vegetación que más han sufrido
deforestación en el estado, según estos autores, son las selvas perennifolias
secundarias, seguidas de las selvas caducifolias secundarias, bosques de
coníferas secundarios, selvas primarias y bosque mesófilo secundario.
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